EMPRENDEDOR, GESTOR, VIVIDOR

Me alarma escuchar, ver, leer la continua riada de comentarios sobre la necesidad de emprendedores que necesitamos.

Acabo de descubrir que el empresario de toda la vida requiere un nuevo nombre. Lo vamos a vestir con atuendos de nuevas tecnologías, investigación y desarrollo, innovación. Pero sobre todo le vamos a dar formación. Vamos a inculcar a los jóvenes y menos jóvenes ese espíritu necesario que realmente unos pocos conocen.

Esa luz vendrá dada por los tropecientos centros dispuestos para ello. Ayuntamientos, diputaciones, gobiernos autónomos y central, universidades, asociaciones de todo pelaje.

Aquí estamos, ya hemos llegado, me revuelvo. Y yo que me consideraba un buen gestor, descubro que no, eso no vale, no es suficiente. Sobran gestores y directivos. Hay que emprender. No hay trabajo, y por lo tanto búscate la vida. Ahora ya nadie quiere ser funcionario, otro apestado de nuevo cuño; ni tampoco trabajar en una entidad financiera: ladrones, explotadores, mentirosos,… Vamos a emprender.

Se me acerca ese señor, el que yo me encuentro en mi mercado. Sí, ese que se parece al del vídeo de los sorianos en youtube. Qué, me dice, si realmente eso de los gestores y directivos fuera cierto, ¿estaríamos donde estamos?. Ley y..; siempre me saca un encargo de Economía.

Veamos. El primer problema que se me ocurre es que cada uno tenemos nuestras propias orejeras. No valoramos lo básico, le digo. Usted lo sabe mejor que yo. Nadie se acuerda que cuando abrimos el grifo sale agua. Apretamos un interruptor y da luz. Tenemos las tiendas con alimentos, los médicos a un paso,..; incluso la familia. Los hijos nos los cuidan y educan, a nuestros mayores se les mejora la calidad de vida, los enfermos. Hasta nuestras diversiones son capaces de ser programadas.

Aquí ya llega el meollo. Mi interlocutor se sonríe por lo bajines. Qué ocurre cuando nos falla eso, lo básico. Siempre hay un culpable. Llámese vecino, gobierno, partido, asociación, vividor, la sociedad opresora,.. o la madre que lo parió. Hemos llegado al Paraíso, pero como bien dice el señor Pérez-Reverte (don Arturo) en una de sus crónicas semanales; somos tan ignorantes que pensamos en Matrix, en otra dimensión: donde no hay dolor, ni muerte, ni necesidades, ni escasez de recursos. Para eso creemos que tenemos a papá Estado, al gobierno, organizaciones,.. Pero no amigos, para eso estaría el buen gestor. Ese Pepito Grillo que te dice la verdad, te corta aquí te pone allá, te pone delante el espejo con la realidad al fondo. Es tan bueno, que su sola presencia te da confianza, no te ha fallado. ¿No le ha pasado a usted, no se lo ha encontrado?. 

Pues eso. Para que el emprendedor, el empresario, el operario, el consumidor,.., todos encuentren a alguien que les deje mirar. Solo somos seres humanos con nuestras limitaciones y necesidades. ¡Y valora lo que tienes y lo de tu alrededor!, se despide mi amigo que al darme la vuelta para el apretón de manos ha desaparecido.

 Conforme yo actúo estará la sociedad que me acoge. ¡¡Demagogo!!, creo oír en mi interior. Ya salió el sordo. Pero qué difícil: “ es solo que no consigo dar con la tecla acertada”. Por lo tanto necesito a mis TRES HOJAS EN BLANCO.

FORMACIÓN

Hemos visto como nos han dicho hasta la saciedad que la formación es indispensable para nuestro futuro profesional. Si embargo nadie nos dice qué tipo de formación nos proporcionará un futuro cierto. Fijándonos en la educación reglada, nos dan, por edad, unos temarios a seguir y unos exámenes que pasar. Al final con notas tendremos un expediente que mostrar a nuestros demandantes. Al tener que elegir entre diferentes candidatos nuestro currículo se somete a debate entre examinadores y examinados.

Ahí os dejo una charla de uno de los gurús de nuestro tiempo. (Por supuesto, os dejo que cojáis la que os convenga , que os creéis que es la libertad)

Os pido que reflexionéis, tened presente que cada uno de nosotros somos únicos. No me cansaré de repetirlo. Es importante oír, pero lo es más escuchar, entender, aprender, reflexionar, razonar. Llenar vuestro baúl mental. Quizás encontremos en él lo necesario cuando lo necesitemos, y no me preguntéis el qué.

 

Un saludo

 

 

CARTA NO PUBLICADA

Esta carta va dirigida a ustedes pero quizás sea para el señor Pérez Reverte más indicada. En cualquier caso ahí va mi misiva.

Como lector empedernido, tengo que dar las gracias a la Revista a la que acudí con el reclamo de don Arturo y el señor Marías. No sé si la Revista me llevó a ellos o ellos a la Revista, no lo recuerdo. Me pregunto qué invento la rueda. Vemos que todo gira, en momentos 180 en otros 360. Tan opuesto y al final al mismo lugar, pero avanzando. No estamos en el mismo sitio, cada cual en lo suyo. Parece que no estamos nunca en el lugar y momentos adecuados. A mí me pasa en el bar de Lola. Nunca llego a tiempo o ya han cerrado o hay mucha gente. Hablo pero nadie me escucha, descubro que no es el ruido soy yo. No son los comensales presentes de los cuales chupo todo comentario, incluido el del gran hablador. He aprendido y ese soy yo, el que está al final del revuelo, en un rincón; el que va directo a Lola. Ella está para pocos trotes, pero habla, ahora yo la escucho. Me deja sentar en el taburete del Reverte, para mí como si fuera santuario. Yo aprovecho, raudo, a levantarme. Quiero barrer el local, colocar las sillas y mesas. Porque sigo sus palabras mientras seca los últimos vasos, pero tengo que seguir sus lecciones. He descubierto que tiene un cuarto oscuro que no enseña a nadie. Tiene los libros dedicados de autores que no cita, pero yo intuyo. A mí me da vergüenza, como siempre. Sé que Delibes, al que yo veía pasear por el Campo Grande, tomaba vinos, después de alguna cacería; en este local. Uno de sus libros firmado con dedicatoria está a buen recaudo. Ella sigue hablando, es como una enciclopedia viviente. Todo está en los libros, dice de vez en cuando. Se le escapa un suspiro. Sabe más pero lo calla. Ha oído a los libros en esas charlas de tertulias hasta las tantas, donde sus autores y lectores han dejado su imronta no escrita. Ella todo lo guarda. Ahora tengo la suerte de saberlo, después de las tantas también se escucha. Entre dientes: no se preocupen..sigue la rueda, gran invento, se le escapa.

Siempre queda alguien que recoge el último vómito, el último vaso. Y en el cuarto oscuro, todos los libros; y Lola con su memoria prodigiosa. Yo con vergüenza, como siempre, en un rincón, sin perder ripio, mañana madrugo, como siempre, me toca ver LA RUEDA.

Pero en Valladolid, en la Biblioteca, se aprende y te pueden dar sorpresas.

NOTA 1: Miguel Delibes las cosas de Castilla  artículo de Rafael Narbona