Ya han pasado unos días de la última final del de 2014. Como cada cuatro años, a los aficionados como yo pasamos unos días de lo más atareados con el evento. Tengo la maldita manía de pensar donde estaré en el próximo. Esta vez nos ha ocurrido un hecho curioso. Manilo y yo estábamos un poco como ausentes. Si bien hemos seguido, creo, como siempre los partidos, algo nos ha fallado. Sí que puedo decir que antes de la final nos hemos visto, precisamente, el partido de la final de 1974.

Gran diferencia. Sobre todo porque hemos recordado que nosotros en aquel año, precisamente, como practicantes y soñadores de nuestro futuro futbolero, veíamos referencias, posturas, las posiciones a imitar en definitiva. Estábamos ante, quizás, unos futuros compañeros de profesión. Según se iban produciendo las secuencias hemos hablado poco. Seguramente estábamos en otro partido. Aquello de lo que podía haber sido y no fue. La maldita lesión. Aquella decisión de no ir donde me reclamaban, o la de ir donde me reclamaron y dejar el equipo de toda la vida. Seguramente más que la nostalgia del deporte, soñamos con aquellos amigos, su amistad, la forma de ver la vida, las confidencias, los estudios, las lecturas. Sí iba todo enlazado: deporte, juego, amistad, compañía,.. Una forma de ver la vida. No recuerdo la palabra competitividad, competencia, triunfo. Sí que me suenan rivales que una vez finalizados los encuentros nos juntábamos para tomar unos refrescos. Incluso, creo ver rivales entre mis mejores amigos. De entrenar juntos antes de que llegaran las pretemporadas. Manilo es germanófilo futbolísticamente hablando. Y mira que él es todo lo contrario en su forma de ser. Aquello del orden, la disciplina, la cara de póquer,.. no van con él. Pero dice. Son un equipo. Funcionan de forma solidaria. Empiezan y terminan, les da igual si sale o no a la primera. Aunque sean previsibles, siempre te la lían. Además, normalmente cuentan con alguna figura. Y su técnica y su forma física. Además la pillería que gusta tanto en otros, parece que ellos no la usan de forma habitual…

Volvemos a la realidad. También el fútbol se ha globalizado. Dicen que por eso España ganó el mundial pasado. Creo que para nosotros el balompié ha dejado de generar esa ilusión de antaño. Sí me dice. Ya hemos ganado copas internacionales, tanto en selecciones como en equipos. Ya no nos queda nada por ver: triunfos que no hayamos visto antes. Los más jóvenes se enfadan porque no somos los primeros, porque llegamos a semifinales y no ganamos. Nosotros nos quedamos un poco fuera de juego. Sí me dice. Ya no hablamos de juego, ni de deporte, ni azar. Creemos que el mero hecho de disponer de un buen negocio nos garantizará el triunfo. Creemos que el hecho haber pasado por todos los vicios humanos patrocinadores de este deporte: tabaco, alcohol, ahora el juego, las redes sociales; nos dan derecho a tratar al deportista y al deporte como si se tratara de un objeto de feria. Un pin pan, sin ningún otro tipo de valor. Sí quizás cada uno se gane su fama y su trato conforme a sus actitudes, Pero no es menos cierto que cada vez son más los intereses que rodean a estas personas que yo creo, o al menos así lo recuerdo o quiero recordar, en otros tiempos nos hacían soñar de otra manera. Yo soy más pragmático, o eso me dice Manilo. Claro, comento. Lo que cambia son los medios, le digo. Fíjate ahora les chillan o les insultan y se enfadan: xenófobo, racistas, les llaman a los hinchas. Pero si toda la vida a los del pueblo de al lado se les llamaba de todo. Tanto melindre. Ganas de dar importancia a lo que no se tiene.

Ahora nos da un poco de pena ver los partidos en silencio. Antes utilizábamos la radio. Qué recuerdos. Allí aprendí a ver los partidos de otra manera. Táctica, posiciones, jugar sin balón, anécdotas,.. Había profesionales que aportaban. Ahora da la sensación que intentan justificar la mediocridad, que quizás, en otro tiempo exhibieron como participantes. Me pregunto, si se escucharán alguna vez. Les pasará como a mí ¿grabarán y luego pasarán de la grabación?

Me dice Manilo que solo se puede hablar conmigo de fútbol cuando vamos a matar el gusano viendo a los chiquillos. Ni eso le contesto. Acuérdate, me separaste, cuando el padre y el entrenador de aquel equipo (digo aquel pero me acuerdo del equipo perfectamente), chillaban a los chavales al árbitro, y a mí se me “escapó”… ¡¡¡¿se oyen…son niños…están jugando?!!!… ¿Y a ti quién te ha dado vela en este entierro, payaso?, contestaron. Y nos fuimos o nos tuvimos que ir…

La línea fina, tan fina, tan delgada. Un segundo, un despiste. Como la vida, dice Manilo. Pasas de héroe a villano. Una pelotita, entra o no entra. ¡¡Cómo se ríen de nosotros esos duendes!! Juegan con nuestra mediocridad de ser humano, con nuestras miserias de bebedores de barra. Con nuestras frustraciones que lanzamos contra alguien, que en fondo envidiamos porque tiene aquello que nosotros deseamos. Alguien que con el pasar de los años se vuelve y se asemeja cada vez más a aquel mediocre que le dio de comer, que vitoreó, que le envidió, que le encumbró, que destruyó. Y al final cuando le ve en un sarcófago, le llora. Pero en el fondo, como dice Manilo, nos vemos reflejados en ellos, como a nosotros en el paso del tiempo y la vida. Y rememorando a don Miguel: los estragos del tiempo.