SUPO DIAGNOSTICAR CON AGUDEZA LOS TIEMPOS CONVULSOS EN QUE HABITAMOS

El papa que filosofaba, por Miguel Ángel Quintana Paz

Los intelectuales plantean un problema grave a nuestra mente contemporánea: hay que leerlos, pensarlos, debatirlos con calma. Lo hemos dicho ya: no resulta sencillo convivir con gigantes.

Creo que la mejor respuesta a ambas preguntas podría resumirse en dos frases. Porque Ratzinger supo diagnosticar con agudeza los tiempos convulsos en que habitamos. Y porque acertó además con la receta para sobrevivir a ellos.

¿Qué es lo que nos pasa? Haciendo una concesión a nuestra época de eslóganes y etiquetas, nuestro autor logró popularizar una expresión en apariencia sencilla, pero que desentrañaremos enseguida: vivimos una «dictadura del relativismo». Ese fue, de hecho, el tema principal de su homilía en la misa previa a su elección como papa.

Ahora bien, ¿cómo es posible hablar de dictadura (esto es, imposición) del relativismo (esto es, de la indiferencia ante cualquier opinión concreta)? ¿No son justo actitudes contrarias? Si me pongo dictatorial, te obligo a pensar de una forma determinada; si me pongo relativista, me da igual lo que creas (incluso me da un poco igual en qué crea yo mismo).

¿Estamos, pues, ante un mero oxímoron? ¿Ante una figura literaria, como cuando se habla de «silencio atronador» o de «tensa calma»? ¿O estamos, simplemente, ante una contradicción? ¡Mal empezamos a filosofar, si comenzamos contradiciéndonos!

NOTA 1. La pregunta de Ratzinger, Por Andreu Jaume

«La renuncia de Benedicto XVI habría sido una forma negativa de ejercer su poder espiritual y cuestionar a la Iglesia ‘desde sus raíces’»