Más allá del excelente análisis realizado por el economista de referencia y los datos técnicos y teóricos que avalan su estudio, quiero que se preste atención a los capítulos:
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La Introducción
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Desempleo y causas endógenas. El caso español
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Impacto de la burbuja inmobiliaria española
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Inflación y reducción de deuda
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Conclusión
Donde no nos dejan indiferentes las siguientes afirmaciones:
¿Aumentar la inflación reduciría el paro en Europa? Esa es la cuestión a cuya respuesta tratamos de contribuir en este trabajo.
La idea a contrastar en esta investigación es que la inflación no debe ser un objetivo para reducir el desempleo, y que los estímulos tienen un bajo impacto en un entorno de sobrecapacidad y saturación de deuda. Por ello la política de intentar crear inflación a través de políticas monetarias yendeudamiento no es adecuada, debe ser la de atracción de capital e inversión financiera directa.
Y explicar por qué no existe una correlación causal entre inflación y empleo sin atender a las causas del paro.
La burbuja inmobiliaria no solo explica el aumento de la fuerza laboral, sino que el pinchazo de la misma explica la crisis como demuestra la variación de los componentes de la demanda del PIB en términos absolutos desde 2007 a 2013. Una caída del 52,7% en construcción de viviendas y un 43% en otra construcción como muestra el grafico inferior (pág. 56 del informe)
Estos factores, rigidez laboral, un sector sujeto a enorme burbuja y una política de subvenciones que afecta a todo el arco de costes operativos tienen mayor impacto sobre empleo y desempleo que la inflación, que pasa a ser un dato menor.
El propio Carlos Solchaga, ministro de Economía en los años 80 escribía en 1997: “Luchar contra la inflación era el principal objetivo de la tarea de gobierno en materia de política económica. Era el requisito previo para establecer las bases de un crecimiento sano y equilibrado; el único que podía, con el tiempo, reducir el desempleo. Buscar atajos era inútil. Confiar en las viejas fórmulas de las políticas expansivas, peligroso”106. Entonces, la inflación era del 14,4%. Bajarla al 8,8% costó cuatro años de durísimas medidas. Esa inflación tan elevada no redujo el paro, ni la deuda pública ni el déficit.
El proceso de desindustrialización de Europa es otro elemento esencial para entender el problema del desempleo. Se caracteriza es por la implementación de políticas industriales y por el apoyo gubernamental a campeones nacionales en sectores estratégicos que han generado sobrecoste y que se desplacen a otros países más competitivos las empresas. Lo que nuestros políticos llaman “planes de crecimiento”.
En Europa, por ejemplo, la electricidad, según el presidente de la CE, Barroso, es un 50% más cara que en EEUU y el gas industrial, casi un 75% superior108. La sobrecapacidad en el sector de automoción, autopistas, aeropuertos e infraestructuras portuarias cuesta dinero.
Se ha generado es un gasto que pagan los ciudadanos en impuestos y tarifas excesivas, y un efecto “retirada” de las empresas, porque los costes se disparan y se penaliza a las empresas nacientes.
Los gobiernos tienen un papel en la transformación económica de los países, claro. Pero su misión no debe ser mantener a toda costa los sectores de baja productividad decadentes. Su trabajo es entender un mundo globalizado y facilitar la transición a modelos de alta productividad, incentivar la innovación –no subvencionarla- y promover la educación.
Europa ha comprobado que “estimular” no funciona y la “devaluación interna” solo trae más impuestos, menos renta disponible, menos consumo, la deuda no se reduce, caída adicional del sector financiero, paro estructural y empleo precario.
Conviene aclarar que en la mayoría de los países de Europa y en España no hay deflación, hay desinflación por sobrecapacidad.
Los precios bajan porque la renta disponible de los ciudadanos se ha reducido a través de una fiscalidad creciente, que ya alcanza casi el 40% del PIB de la Eurozona, un 36% en impuestos de actividades laborales. El problema es que no se incentiva el consumo y la actividad económica subiendo impuestos y reduciendo la renta disponible de las personas. Para que se reactive la economía se debe potenciar el aumento de la renta disponible.
La deuda barata –tipos de interés bajos- y crear inflación no es una panacea. De hecho ‘barato’ es un término erróneo donde los haya, puesto que asume que no existe coste de oportunidad privada de invertir o ahorrar.
La recuperación del empleo en España tras un impacto tan relevante como el de la burbuja inmobiliaria es muy importante. Para ello no se ha requerido de nuevos planes de estímulo ni recurrir a la inflación. El propio Financial Times129 reconocía que Europa no debe preocuparse por la deflación sino por profundizar en las reformas y ajustes estructurales.
Las causas del paro en Europa y España no provienen de presiones inflacionarias ni falta de estímulos, sino de desequilibrios estructurales en la legislación laboral, salario mínimo y altos niveles de subsidios, impuestos y trabas burocráticas que desincentivan el autoempleo, la creación de empresas y la transición de sectores de baja productividad a alta productividad.
La baja inflación ha ayudado a que los activos financieros netos, depósitos fundamentalmente, hayan crecido hasta alcanzar un 100% del PIB en 2014, permitiendo la reducción de deuda defamilias y a la vez facilitando el saneamiento de la banca. Crear inflación no va a solventar problemas relacionados con la estructura administrativa, legislativa e impositiva. Probablemente, como ocurrió en los 90 con las devaluaciones competitivas, los perpetúe.
La CONCLUSIÓN de la pag. 71, creo que es de lectura completa obligatoria
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